Recientemente mostré mi preocupación sobre la deficiente privacidad de la mayoría de  redes sociales a varios amig@s demostrándoles lo fácil que es obtener una gran cantidad de información sobre cualquier persona que no «vigile» un mínimo su privacidad en internet.

Facebook, Twitter, Instagram, Tuenti son probablemente las redes sociales insignia en España. En 2012 el 80% de los españoles usaba alguna red social. En pleno 2014 no deberíamos soprendernos si el porcentaje anda cercano al 90% gracias en gran parte al auge de los smartphones y en cierto modo, a un miedo de exclusión social.
Sin duda el «trozo grande» de la tarta se lo lleva Facebook con más de 18 millones de españoles registrados.

El caso de Facebook es bastante interesante, siempre ha presumido de ofrecer una gran privacidad a los usuarios (excepto a ojos de la CIA) y lo cierto es que se trata de una verdad a medias. Facebook es segura y privada, si el internauta así lo quiere, pero de manera predeterminada es un desastre (en lo que a intimidad se refiere). Facebook permite a los motores de búsqueda (Google, Bing, Yahoo…) indexar los perfiles de los usuarios en la red social, mostrando el enlace y permitiendo «cotillear» la foto de perfil, los grupos y las páginas que el usuario ha dado a «me gusta» sin la necesidad siquiera de estar registrado en la red social.

Facebook se escuda en que esto puede impedirse configurando las opciones de privacidad, sin embargo es reprochable que la carga de defender la privacidad recaiga de manera predeterminada sobre el propio usuario suponiendo además que la mayoría no sabe ni entiende lo que conlleva que un buscador te indexe. En este debate hay que romper una lanza a favor de la red social española Tuenti que apostó desde el principio por no permitir a los buscadores el indexamiento de los perfiles preservando así la privacidad de una red social (ya moribunda) donde la mayoría de sus usuarios son menores de edad.

Caso diferente es el de Twitter, donde la mayoría de las personas conocen que es una red social sin privacidad. Donde cualquiera va a poder leer lo que escribas, tenga cuenta o no. Poco hay que reprochar a Twitter en lo que a política de privacidad se refiere ya que ellos defienden y exponen el modelo abierto de red social. Además para curarse en salud, permiten a los usuarios hacer la cuenta «protegida», permitiendo al usuario elegir que otros usuarios podrán acceder al contenido que publique. Hay que señalar que la indexación de perfiles de Twitter es muy fuerte, por lo que si el usuario usa su nombre real en el perfil debe atenerse a que probablemente aparezca su cuenta con una simple búsqueda de su nombre en Google. Desde luego, Twitter no es la red social ideal para meterse con tu jefe, y menos con apps como esta.

Cada vez parece más evidente que el gran activo del siglo XXI es la información. La información es poder y dinero, y como he demostrado arriba, las redes sociales permiten disponer de manera fácil de datos personales de cualquier persona.

¿Quiénes van a querer estos datos? Gobierno, instituciones educativas, e incluso empresas privadas. En el ámbito de la contratación laboral el uso de las redes sociales es cada vez mayor. Ya no sólo para que el departamento de recursos humanos busque «información relevante» sobre un posible candidato sino que incluso una cantidad nada desdeñable de ofertas de empleo son ofrecidas por LinkedIn o también, (aunque en menor medida) por Twitter o Facebook. Por ello, es recomendable cuidar la privacidad y los datos que hacemos públicos. Personalmente recomiendo en primer lugar, ser coherente y consciente sobre lo que exponemos en la red, en segundo lugar revisar atentamente y de manera periódica las configuraciones de privacidad de las distintas redes sociales (especialmente en Facebook) y finalmente, recomiendo como último recurso, no usar nuestro nombre real, de tal manera que sea díficil encontrar información sobre uno simplemente tecleando su nombre en un buscador.

Es sorprendente la caótica regulación que tiene la privacidad en la red. En el caso de España la escasa protección de datos y privacidad en Internet viene en gran medida delimitada por la Unión Europea (como la reciente y polémica ley de Cookies). La legislación vigente europea se remonta a 1995 y aunque se quiere elaborar un nuevo reglamento y una nueva directiva antes de las próximas elecciones europeas, lo cierto es que los internautas siguen a día de hoy a merced de una legislación vaga e insuficiente. La solución pasa por una nueva regulación, adaptada a los tiempos en los que vivimos y aún más importante, una fuerte campaña de educación sobre el uso de internet, redes sociales y la protección de datos.

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